Y entonces te empiezas a fijar en las cosas pequeñas, cosas que ni habias visto, pero que estaban ahí siempre, y ahí es cuando te das cuenta, que la vida es mucho más, bastante más de lo que pensabas...
Que no todo es rutina, ni todo es malo, ni todo es bueno, ni un tio lo es todo.
Y empiezas a pensar que en tu vida merece la pena todo, no solo cuatro chorradas y cuatro personas de mierda. Todo, absolutamente todo, hasta la mota de polvo más pequeña de la Tierra tiene o tendrá algo que ver en tu vida, y que todo merece la pena. Todo, menos el gilipollas que te haga llorar y te quite lo más bonito que tienes, la sonrisa.
Y aprendes que lo mejor es luchar, luchar y luchar, que si no sigues hacía adelante a pesar de los obstaculos, no harás nada nunca, no conseguirás nada, que volveré a decir que de ilusiones no se vive, pero que persigas tus sueños hasta conseguirlos.
Que aquí todos lo somos todo, y todo merece la pena. Fíjate en las cosas, y vive.
Vive.
Y no llores por nada, y menos por nadie.
Sonríe.
Y vive, vive tu vida.
Que es demasiado corta como para pasarla obedeciendo o amargada.
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