Volver allí...
Tengo la sensación de que no me va a traer nada bueno.
Pero, como siempre, los cambios traen solapadas emociones.
Y, sin saberlo, yo necesito una emoción.
Tan sólo eso, una emoción.
Hace frío allí...
Recuerdo que pasé mis mejores momentos, y también los peores, o al menos, ahora lo recuerdo así.
Me observa.
Tardo en poner un pie en aquella tierra. No estoy segura de si esto es buena idea.
Llego sin nada, sin maleta, sin objetos, sin mi mundo...
Todas mis cosas están a kilómetros de allí, y yo no sé realmente que estoy haciendo.
Dependiendo del primer nuevo encuentro decidiré si realmente hacer lo que se me había pasado por la mente y de lo que no estaba nada segura.
Él me sigue observando... su rostro no refleja ninguna emoción...
Tan sólo me mira desde el portal.
Nunca había imaginado peor recibimiento que ese, supongo que tampoco le agrada mi vuelta, pero imagino que es consciente de lo que necesito.
(Peor recibimiento si ha habido, la verdad... el que hubo..., el que le hice yo a él cuando decidió volver...,
pero se lo tenía merecido...)
Pongo pie en esa tierra por fin, él se aleja.
Es como si tuviera miedo a mis preguntas... pero yo tengo pánico a sus respuestas.
No estoy nada segura de lo que estoy haciendo,
es algo inconsciente que necesito...
Las dos mujeres de mi vida ya no están y me habían contado muchas cosas, pero yo necesito las respuestas de la persona indicada, de la persona que nunca ha estado, y necesito el por qué verdadero,
con su versión.
Nada más llego recuerdo los tiempos en los que en cuanto le veía corría hacía él y le saltaba encima...
Llego hacía él, estamos a muy poco de distancia, y sólo mirarle,
me dice 'hola' y agacho la cabeza como buscando en mi mente la palabra exacta para saludarle, aunque solo me salen expresiones de odio,
Demasiado tiempo sin vernos y sin hablar, y lo primero que me dices es hola.... -le digo con cierto descaro-.
Su siguiente frase es informarme de que está enfermo.
La verdad, no sé si quería saber eso.
Supongo que entre cuidar de un extraño o de alguien de tu propia sangre, la decisión es fácil y clara...
En mi caso no tanto.
La mujer de mi vida me avisó varias veces que esto podría pasar, y siempre dije que no lo haría, pero necesito respuestas, y saber varias cosas, así que si tengo que cuidar de la persona que jamás se preocupó por mi, lo haré, simplemente por saber el por qué de no importarle jamás.
Me habla sobre su enfermedad, sobre medicamentos y todas esas cosas, y yo solo pienso en las millones de preguntas que tengo que hacerle, llevo años esperando este momento.
Egoísta quizá, pero nunca más que él, además jamás he sabido hacer dos cosas a la vez triunfando en ambas, así que prefiero pensar todo lo que le tengo que decir, bien y claro.
Me sigue observando con mucha delicadeza.
Diría que el rostro de extrañeza hacía mí va aumentando a la vez que yo tengo cada vez las cosas más claras pero las preguntas más revueltas...
Necesito hablar con él, saber todo lo que necesita y si hace falta ayudarle, aún que realmente no se merece nada.
Esto lo hago por mí.
Enfrentarme a él, es algo que necesito hacer desde hace tiempo.
Sube mientras yo le sigo.
Subir aquella escalera por la que tanto me había caído y por la que tantas veces me habían reñido por saltar y caerme, significa demasiado, y no tendría que significar nada.
Me marché de allí hace demasiado tiempo, años.
Por no volver a verle a él, ni a nadie de allí, aún que la verdadera culpa de todo la tuviera siempre él.
Y lo conseguí.
Pero durante años también he sentido que cada uno de mis logros personales me ha llevado más lejos de mis raíces... Lejos de aquella casa llamada 'hogar'.
Odio volver, pero necesitaba hacerlo, necesito billones de respuestas.
Subo arrepintiéndome...
Al entrar, es increíble que ese olor siga aquí, todo sigue igual.
Esas fotos de familia en la pared, esa cocina chiquitita con todas sus cosas perfectas, los cuartos perfectamente arreglados, todo completamente impecable.
Es extraño, él no es así, alguien debería haberlo ayudado a hacer todo este trabajo, o haberlo hecho por él... o quiere impresionarme o mostrarme que se esta volviendo loco.
Y de repente, él cae al suelo.
Me quedo en shock, solo pienso en qué hacer, y en por qué esto ahora.
Llamo a una ambulancia y vamos hacía el hospital.
Había tenido un infarto, y tenía no sé qué mierda en el corazón, por su enfermedad que no pude preguntarle cuál era,
que le quedaba poco tiempo de vida.
Y era el destino, allí había llegado yo, justa de tiempo.
Por fin despierta.
Yo, sentada al lado de su cama, me quedo mirándole fijamente, con ganas de decirlo todo, pero sin decir nada, y me doy cuenta de que tengo que hacerlo cuanto antes, porque en este caso no vale la frase de 'mejor tarde que nunca', le queda poco y cuando se vaya se habrá ido para siempre.
Hola cariño -me dice-.
Yo, no sé que contestar, a qué viene ese cariño después de tantísimos años...
Bueno, está muriendo.. soy su hija, que menos...
Hola Jesús... necesito que hablemos, necesito muchas cosas.
Por favor, dime que no te vas a ir aún. -me sale sólo decirle todo esto, necesito sincerarme con él-.
Sabes que no cumplo mis promesas, pero dime que quieres saber y contestaré a todo. -dice descarado, realmente, muy sincero-.
Me quedo mirándole, y veo como me sonríe débil.
Pienso que en cierto sentido me alegro de estar aquí para verle morir, porque nadie merece morir sólo por mucho daño que haya hecho...
Siempre le he querido mucho, por mucho odio u rencor que tenga hacía él, y eso esta claro.
Siempre aún que no estuviera a mi lado durante gran parte de mi vida, siempre he sido su ojo derecho, y el izquierdo, y sus dos manos, y su palo de golf, y el zumito de piña o melocotón en el Miño, su cerveza, su pensión, sus almendras, su gota de agua,
su mitad.
Y es que siempre me habían dicho que yo he salido clavada a él, y jamás he querido ser como esa persona.
Ha hecho mucho daño a mucha gente.
Y sentía rencor por eso.
Pero, pensándolo bien... siempre, cuando ha estado conmigo, siempre ha sido genial.
No quiero torturarle, no quiero saber nada de su vida mientras no ha estado a mi lado,
no quiero respuestas de ningún tipo que en cierto sentido no tienen que ver conmigo.
He venido buscando respuestas, más preguntas, y volverme más sin él de lo que estaba.
Y prefiero quedarme sin saber nada, abrazando a la persona que nunca ha estado físicamente a mi lado, pero que me necesita, y sin él yo no sería lo que soy hoy.
La única vez en la vida en lo que no siento absolutamente nada de rencor.
Pero yo he venido aquí por algo, y aún que sea lo más mínimo necesito hablarlo con él.
Decido sincerarme.
Oye, Jesús... siempre te he echado de menos, me he tirado noches, días, mucho tiempo llorando por ti. Nunca has estado realmente. Un par de llamadas al mes no han sido suficientes, vivir contigo un año, jugar al golf cada tarde desde que tenía 6 años hasta los 10 de lunes a domingo durante algún mes que venías. Esos creeps o gofres, o que me compraras juguetes. No. Todas esas cosas no las he querido nunca.
Ahora si me apetecen ¿sabes? Cada vez te echo más de menos por mucho que diga que no.
Pero lo que realmente siempre he necesitado era un padre, no un amigo de 40 años más que yo que iba y venía y me invitaba a cosas.
No. Joder, un padre, que me enseñara a montar en bici, al que decir la primera palabra, que se cabreara porque tengo novio solo porque soy su niña y quiere protegerme.
Y no es rencor, ni quiero hacerte daño con todo esto, pero antes de que te vayas para siempre, necesitaba contarte todo lo que pienso.
Y necesitaba decirte que a pesar de esto siempre te he echado de menos y siempre has sido importante para mí.
Joder, que agusto me quedo diciéndole todo, se ha quedado estupefacto, con ganas de contestar, pero como pensando las palabras correctas para no sembrar rencor en mí en su último momento de vida.
Tú primera palabra fue papá, eso es bueno...
Y siempre he querido volver, pero he hecho demasiadas estupideces como para reaccionar como si nada delante de todo el mundo. Ya sabes que no podía pasar mucho tiempo allí ya que todo fue a mal, y yo allí no pintaba nada. Pero te vuelvo a pedir perdón como muchas más veces he hecho. Y si no hubiera sido por ti, no hubiera aparecido por allí jamás pequeña mía...-dice tranquilo, pero midiendo las palabras-.
No, no es bueno cuando le digo papá a un hombre amigo de mi abuelo.
Joder, Jesús... sé que te arrepientes, y mira... bf, no sé que más decirte y... -empiezo a llorar desconsoladamente.-
Me toca el hombro, me sonríe, cierra los ojos, respira fuerte, y me dice,
'Todo va a salir bien pequeña, eres quien eres gracias a todas las experiencias, y está es grande, y tú eres fuerte, llora todo lo que necesites, pero estás más preciosa sonriendo.
Cariño, por favor, no me llames Jesús, me rompes en pedazos...'
Entonces,
decidí decirle algo que no decía de hace años,
algo que no pensaba volver a decir nunca,
algo,
que me salió completamente sólo.
Oye, papá, te quiero...
Me acerco a él, le doy un beso en la mejilla, le abrazo...
y ya se ha ido.
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