Y te levantas una mañana, y piensas,
lo piensas,
y te das cuenta, de que no todo es como piensas.
Que él ya no está, y que no te habías dado cuenta, que no lo habías asumido,
y es hora de hacerlo, pero aún así,
no lo haces.
Y llega una mañana, en la que te levantas, y miras por la ventana,
y ves, que ese amanecer es distinto a los demás.
Que el cielo a cambiado, y el mundo, y tú misma lo has hecho, y ni te habías percatado.
Pero aun así, sigues.
Sigues hacía delante, pensando, que algún día volverás, tú o algo parecido.
Que volverá él, volverá el mundo, y volverán los mismos amaneceres.
Pero no, te das cuenta, que la primavera ha pasado,
que los tiempos en los que te enamoraste de él eran otros y que ya nada es lo que piensas,
ya nada es lo mismo.
Pero sigues, sigues sin asumir nada, no asumes una mierda.
Te caes, te caes todos los días en la misma piedra,
te levantas con la misma cara, y te chocas contra la misma ventana.
Y por fin, llega el día,
el día en el que te cansas de todo,
de tener que arrastrarte siempre por el mismo hijo de puta que te dejó tirada.
Que pasas de su cara, que es lo mejor,
que ni sus ojos son tan bonitos como los que te puedan mirar enamorados.
Que ya no quieres nadar por su iris, ni pasar las noches junto a él y sus pupilas.
Que a partir de ahora si quiere algo que hable él.
Que tú vas a hacer tu vida eh, pequeña.
Que a partir de ahora piensas sonreír, y lo harás, ¡claro que lo harás!
Y sabes, lo sabes muy bien, porque te ha pasado, que vendrán mejores,
que cuando olvides a este cabrón vendrá el sólo buscándote,
porque lo sabes, que nadie le va a querer como lo has hecho tú.
Pero ya no lo haces, y eso, eso se va a notar, y tanto.
Y que puede venirte con mil mentiras,
mirándote con esos ojos que enamoran enseguida, pero que no le creerás y se lo dirás y se acabará tu mierda de vida.
Ay pequeña, que por fin has abierto los ojos.
Que ya no quieres despertar mirando los suyos.
Ni tocando su piel.
Ni cogiéndole la mano por la calle,
ni dándole abrazos y besos infinitos al despedirse.
Que ya sabes por fin, que no quieres nada de ese capullo.
Que por fin el amanecer ha vuelto,
y lo mejor, has vuelto tú,
y ha desaparecido él.
Que por fin, al despertarte no piensas en él,
ni en sus ojos de mierda que mienten más que él,
sólo piensas en el amanecer, en salir al balcón y verlo, y que no haya cambiado...
El día que cambie, volverás a estar jodida.
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