y la falda sucia del barro
y las mejillas manchadas
y una mirada que trata de ocultar como no puede
sus 17 años de promesas incumplidas.
En la carretera que une Madrid con Torrelodones,
de pie
junto a una cuneta que podría ser su vida
se pregunta
dónde estarán las velas
y las tartas hoy que es su cumpleaños.
Piensa en Javier.
Piensa en los vaqueros de Javier.
Piensa que esta historia empezó el día
en que tuvo que bajarse las bragas por conseguir algo.
Por ser la chica de la minifalda
en las conversaciones de los vestuarios
de los chicos.
La chica de la minifalda rota en una cuneta
que podría ser su vida.
El día de te llamo para esta noche, tú ponte guapa.
El día de la champaña
y el de mira, esto es cocaína y se esnifa así.
El día de tenemos que vivir deprisa
y envejecer despacio.
Ahora los zapatos le clavan los tacones en el talón,
echa de menos toda la ropa que ya no lleva
mientras tirita más por la acción de la vergüenza
que por el frío.
Da unos pasos hacia la carretera para ver
que tampoco ahora pasará ningún coche.
Los últimos que pararon eran dos tíos que se rifaron
quién la violaría primero.
Ella antes chica guapa y de seda.
Ella antes muñeca del guaperas de corbata.
Ella antes soplaba velas mientras abría los regalos de sus padres
en la mesa
de familia.
No es bueno que una chica como tú se quede sola de noche,
tan tirada.
Y Javier, que frenó de golpe cuando ella le contó
que no le apetecía aquella fiesta.
Ponte una fila y anímate
y Javier que no se daba cuenta que lo que ella decía
es que no quería aquella fila
ni aquella fiesta
(ni aquella vida)
Ni siquiera aquella minifalda.
Soy un muñeco de usar y tirar para entrepiernas.
Soy un culo, dos labios y tres ojos.
Soy la chica de la minifalda rota que te encuentras
cuando vas a Torrelodones.
Y luego cuando abrió la puerta y le dijo me quedo aquí
no te das cuenta,
y él con esos ojos y ese pelo peinadísimo hacia atrás
y un reloj rolex que miraba impaciente
y vamos, no me toques los huevos, sube al coche y déjate de chorradas.
Crecer de golpe y sola en una noche.
Y ella se toca la media pero sabe que no sabe coser,
las carreras se arreglan con rimmel,
¿cómo se llora en mitad de la carretera?
Y luego los dos que vinieron después.
Déjame aquí, alguien vendrá a recogerme, ¿no crees?
Y aquel farol que le salió caro cuando Javier,
sí, Javier,
el chico de los vaqueros y del tanto te querré siempre,
arranco en A3 y se marchó tan lejos
como permiten las carreteras de la Comunidad de Madrid.
Y luego los dos que vinieron después.
Se quita el barro del pelo rubio,
se acaricia su propia mejilla
y por primera vez
está segura de que no podrá evitarlo
cuando empieza a llorar
y las rodillas se doblan
y la chica de la minifalda rota
queda tendida en el suelo del carril
dirección Madrid desde Torrelodones
y allí se olvida de todo
y solo piensa en 17 velas para soplar
y pedir deseos
mientras la noche sigue pasando
por las piernas rotas
y la mirada molida
de Sofía,
rubia, 85-57-88, 17años."
--- Escandar Algeet, Alas de mar y prosa.
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